Análisis Reichiano de Género* Myrna Torres Maciel

07.09.2012 00:34

El Análisis Reichiano de Género es un procedimiento terapéutico estructurado a la luz de las teorías de Wilhelm Reich (1897-1957), científico alemán que fuera discípulo de Freud y miembro del círculo psicoanalítico, del que sin embargo fue expulsado por otorgar en sus trabajos gran relevancia a la sexualidad –afirmando que el orgasmo tiene una función liberadora- y cuestionar seriamente algunas máximas freudianas, como el instinto de muerte, además de criticar la eficacia de la técnica psicoanalítica e imprimir a la comprensión terapéutica una conciencia social.

Para Reich, el ser humano debe ser entendido como un todo, ya que mente y cuerpo, lejos de ser elementos distintos, forman una unidad energética funcional que al ser manejada por el individuo con los matices que dicta la cultura van formando su tipo de carácter, mismo que fue definido por Reich en su libro Análisis del Carácter como “un mecanismo de protección narcisista” (1957, p.171), ya que se forma bajo la influencia de las amenazas del mundo exterior y los impulsos instintivos que luchan por su expresión en las etapas tempranas de la existencia. De esta manera, se instauran defensas crónicas que se manifiestan tanto en los músculos -en forma de acumulación de energía visibles-, como en los rasgos de carácter –es decir, actitudes, hábitos y forma de vida en general- y que Reich denominó “coraza muscular” y “coraza caracterológica”, respectivamente, dividida únicamente con fines de análisis, ya que de hecho son una misma “armadura” que permite a la persona defenderse de todo lo que resulte angustioso, pero cuyo costo es la renuncia de antemano al placer, a la libertad de expresión y al derecho de amar, conocer y trabajar con plenitud.

Reich explica que este bloqueo de la energía, que idealmente debería fluir para mantener el equilibrio y conservar la salud está directamente relacionado con la sexualidad. E su libro La función del orgasmo afirma: “La gravedad de cualquier tipo de perturbación psíquica está en relación directa con la gravedad de la perturbación de la genitalidad. El pronóstico depende directamente de la posibilidad de establecer una capacidad de satisfacción genital completa” (1992, p, 83).

Cabe aclarar que al hablar de sexualidad sana hay que establecer una diferencia entre la potencia erectiva y eyaculación y la potencia orgástica, que ha sido definida por Reich como “la capacidad de abandonarse al fluir de la energía biológica sin ninguna inhibición, descargar completamente toda la excitación sexual contenida, mediante contracciones placenteras involuntarias del cuerpo” (op. cit., p, 87). Así, el Análisis Reichiano de Género tiene por objetivo restaurar la potencia orgástica del individuo, sin que se confunda esto con la promoción del coito por sí mismo, sino del coito como una posibilidad de orgasmo en donde se libera la energía acumulada y se restablezca el equilibrio que acerque a la persona a la salud y, en consecuencia, a una participación social más productiva.

Por otra parte, el término género es utilizado en este procedimiento terapéutico con una intención que se encuentra lejos de posiciones tanto feministas como masculinizantes. Se desea resaltar simplemente que ser hombre y ser mujer son dos cosas distintas y como tales merecen ser comprendidas dentro de la terapia. Es ésta la razón por la cual las principales categorías dentro del Análisis Reichiano de Género son las de hombre y mujer.

A partir de la práctica y la experiencia se ha corroborado que los diferentes papeles culturales conferidos a mujeres y hombres a menudo chocan con sus propios intereses. La pretendida superioridad masculina y la falsa debilidad femenina, la desvalorización mutua de los roles y la sexualidad degradada hacen muy difícil un encuentro real con el propio ser y con el otro sexo.

Hombres que van a la guerra se pierden en laberintos y pelean con minotauros… Mujeres que permanecen en los gineceos, construyendo microuniversos de donde son las raíces anhelantes del héroe a quien ofrecen la otra punta del hilo que sostienen…

Hombres y mujeres con años de historia archivada en el cuerpo, a veces atados por motivos institucionales pero con un sinnúmero de dificultades para encontrarse realmente. Es por estas diferencias que el Análisis Reichiano de Género busca entender a las personas desde su condición sexual y promover la restauración de su potencia orgástica, con el fin de hacer del orgasmo el momento del verdadero encuentro en el que la energía, en vez de acumularse y alimentar neurosis, se libere y se ponga al servicio de los intereses del individuo, ya sea hombre o mujer, ayudándolo a desarrollar sus potencialidades y a desempeñar funciones sociales generadas de cambio.

Se han mencionado hasta aquí las dos grandes fuentes que conforman el Análisis Reichiano de Género por una parte el conocimiento reichiano, y por la otra las reflexiones acerca de la importancia de la diferenciación del género. Ahora describiremos la metodología que proporciona a esta terapia una base sólida y a la vez flexible que le permite encaminarse hacia la búsqueda de la salud para la construcción de la vida.

Cabe resaltar que esta metodología ha sido el resultado de años de práctica y reflexión de Sonia María da Costa Ribeiro, brasileña de nacionalidad y terapeuta reichiana con más de veinte años** de trabajos diversos en México. Sonia Ribeiro ha propuesto cinco pasos generales que abarcan el proceso terapéutico, aunque el orden de su presentación no sea necesariamente el de su utilización.

Historia del sujeto. Se refiere a la crónica que hace la persona de su propia vida, en donde se enfocan cuestiones que podrían relacionarse con su demanda dentro de la terapia. Es interesante mencionar que esta historia es contada de distintas maneras a lo largo del análisis, ya sea porque empiezan a ceder las resistencias o porque la propia persona la ve desde otros puntos de vista.

Así la historia, aunque se coloca como un primer momento, se encuentra a lo largo de todo el proceso.

Investigación del estado de producción, distribución y  acumulación de la energía. Este momento empieza desde el primer contacto entre el individuo y el terapeuta, ya que es mediante la lectura corporal que éste comienza a enterarse del discurso no verbalizado que finalmente ofrece mayor información sobre el caso.

Además, es necesario averiguar qué come la persona, cuánto y cómo duerme, si hace ejercicio, si tiene vida sexual y la calidad de ésta, qué trabajo desempeña, etcétera, para saber cuáles son sus recursos energéticos y cómo se están distribuyendo en su organismo y en sus actividades. De esta manera, al contrastar dicha información con los aportes de la lectura corporal, puede formase una opinión que comience a dar línea a la terapia.

Este paso, al igual que la historia del sujeto, se mantiene a lo largo del proceso para ir registrando los cambios presentados.

Elección de alternativas para el tratamiento. Es éste el momento clínico del proceso. El instante en que el terapeuta, con base en su investigación de la producción, distribución y acumulación de la energía de la persona, toma la responsabilidad de decidir qué herramientas pueden ser más eficaces para aquello que el individuo necesita. Cabe mencionar que no siempre se atiende de primera instancia la demanda del individuo, sino que se le trata de equilibrar para que esté en condiciones para buscar soluciones y aplicaciones para satisfacer su demanda.

Hay una extensa variedad de herramientas que se utilizan en el Análisis Reichiano de Género, ya que si se parte de que el servicio se ofrece desde una visión integral, se entiende que se toma en cuenta al organismo con su fisiología, sus emociones, su raciocinio, etc. Algunas de estas herramientas son: acupuntura, moxibustión, auriculoterapia, electropuntura, masajes, reflexología, microdosis, flores de Bach, sales de Schüssler, magnetoteria, técnicas de relajación y de respiración, cobija orgonómica (acumulador de energía), recomendaciones de diversas lecturas, poesía, autobiografías, dibujos, movimientos bioenergéticos y movimientos con música (biodanza).

Es de suma importancia mencionar que para usar cualquiera de estas herramientas es necesario el conocimiento serio de su manejo y el propósito al cual servirá, y aclarar que el terapeuta debe proceder con ética, reconociendo sus limitaciones o su destreza para emplear dichas herramientas.

Expresión social de la relación sujeto-terapeuta. Ésta es una etapa en la que, una vez regulado el individuo, tiene la condición para tomar las riendas de su proceso terapéutico y dejar la posición de aquel primer momento en que el terapeuta decidía qué rumbo tomar, a qué se le debe dar mayor prioridad, qué técnica emplear, etc. Es una etapa en la que –por decirlo de alguna forma- se va a democratizar el poder que hasta ese instante había sido del terapeuta. Es un paso importante en donde se enfatiza el hecho de que el individuo es quien decide sus metas y el terapeuta es sólo un ser humano que le acompaña en el proceso de encontrar aquello que le ayude a conservar la salud en todos los aspectos.

Expresión social del proceso bioenergético. Se considera como la etapa de cierre de terapia, ya que en ella el individuo ha satisfecho sus demandas iniciales y superado sus dificultades, por tanto, la energía que gastaba en sostener ciertos rasgos neuróticos queda disponible para otras cosas. Es precisamente esta energía la que se pretende canalizar en una expresión social, pues finalmente el individuo vive en una sociedad y enfrenta situaciones que podrían mejorarse si él pone su “granito de arena”. La actividad la decide el individuo, no el terapeuta, y se realiza un profundo trabajo de reflexión con el fin de que lo aprehendido durante la terapia arroje luces sobre la importancia de la participación social de cada persona en la prevención de la neurosis y su responsabilidad en la construcción del mundo en que vive.

Esto hace del Análisis Reichiano de Género un procedimiento terapéutico que, lejos de ser singularizante, promueve cambios sociales.

* Ponencia presentada en La Habana, Cuba, 1998.

** Se hace referencia a 20 años de experiencia considerando que se presentó la ponencia en 1998.