Biodanza convergencia reichiana* Angélica Pacheco Arce y Myrna Torres Maciel**
La palabra en ocasiones divide, la danza nos une, une al ser humano con su prójimo, une al individuo con la realidad. La danza nace de la necesidad de decir con el cuerpo lo indecible en palabras, de conocer lo desconocido y de estar en relación con los otros. De este modo, logramos que el cuerpo exprese vitalidad en nuestra vida, para así alejar las concepciones místicas que pretenden concebirlo como algo ajeno, desconocido, fragmentado.
Todo ser humano es parte de un grupo étnico, social y cultural y necesita sentirse aceptado dentro de ese grupo, más allá de lo que dictan las leyes, las costumbres, la vestimenta o el lenguaje, son los gestos o las expresiones corporales las que van a dar existencia a esa unión. Al danzar, las manos se juntan, los ritmos unen las respiraciones, desaparecen los miedos, las angustias, las explicaciones místicas a la realidad cósmica.
El mundo moderno nos disocia, nos divide, nos educa para separar cuerpo de espíritu, una vez más nos tropezamos con las palabras, nuestro intelecto médico niega al cuerpo como paso natural para saber y comprender de la razón y la emoción.
La danza es una de las pocas actividades humanas en la que el hombre se encuentra totalmente comprometido en cuerpo, alma y corazón. La danza es también reflexión, un medio de conocimiento que, al mismo tiempo hace introspección y conciencia del mundo exterior.
La danza no es en principio un espectáculo, es el entusiasmo ferviente de un público joven que lleva en parte un espíritu revolucionario que intenta definirse. La danza es importante para una buena educación, es necesario no alejarse de ese lenguaje ya que de otro modo, la educación será represiva y frustrante.
El lugar para bailar es nuestra casa, nuestras calles, nuestra vida, el esclavo se vuelve libre cuando rompe todas las barreras rígidas y hostiles como la miseria, la arbitrariedad y el modo insolente de tratarse entre los hombres.
La danza no es apenas un arte, es más, es un modo de vivir. El cuerpo, el rostro y la palabra son el lugar y el medio para fortalecer la igualdad, son la multitud de elementos que constituyen a una persona, la expresan vivamente o la traicionan y con ello la hacen parte de un bienestar colectivo o la despersonalizan.
Después de veinte siglos de desprecio por el cuerpo, gracias a un cristianismo opresivo, la danza retoma lo que fue en realidad para todos los pueblos, en todos los tiempos, una expresión a través del movimiento del cuerpo en secuencias significativas y organizadas, de experiencias que trascienden el poder de las palabras y la mímica. La danza es un modo de vida.
La palabra Biodanza deriva de danza –dance, tanz- de la raíz tan que en sánscrito significa tensión y bio -βιο del griego que significa vida. La biodanza es por tanto vivenciar y experimentar con el máximo de intensidad la relación del ser humano con la naturaleza, con la sociedad, con el futuro. Danzar es ante todo establecer una relación activa entre hombre y naturaleza.
Aquel que comprende la danza de la vida, conoce el camino que libera de la ilusión individualista, ya que se identifica como un movimiento rítmico de todo lo que habita. Más también el canto, la música y la poesía, forman parte de este ritmo. Con la música, los cantos, la poesía y la danza, el cuerpo no sólo adquiere soltura y expresividad, sino que logra una comunicación corporal con los demás, cuya medida nace del trabajo no enajenado.
La expresión corporal no se remite a un simple acto estético. El cuerpo como eje de expresión para la alegría, la tristeza, la nostalgia, la reflexión y un sin numero de sentimientos y emociones nos cuenta una historia, nos permite "adivinar" las palabras escondidas.
Danzar la vida ¿no sería ante todo, tomar conciencia de que no somos una vida, sino un universo y que danzar es sentirse penetrado y fecundado por ese flujo de movimiento, de ritmo, de pulsación, de todo?
Vivir es ante todo, participar de ese flujo, de esa pulsación orgánica del mundo que está en nosotros, de ese movimiento, de ese ritmo, de esa totalidad que vive en nuestro pecho, en nuestra respiración y en nuestros corazones.
Es por tales motivos que la danza es aprovechada como una terapia cuyo objetivo es reestablecer ese flujo energético en el cuerpo que despierta memorias, sobrepasa los engaños de la racionalidad, combate corazas musculares y caracterológicas y ayuda a que la persona vuelva a sentirse parte importante del movimiento del universo, reorganizando sanamente su propia vida e incidiendo de ese modo en su entorno social.
Es la Dra Sonia Ma. Da Costa Ribeiro, quien con base en su experiencia terapéutica de más de 30 años y su profundo conocimiento de las teorías de Wilhelm Reich, hizo de la danza una verdadera terapia, extrapolando la metodología por ella desarrollada y denominada "Análisis Reichiano de Género" al campo de la biodanza. Esta metodología se compone de los siguientes pasos, sin ser el orden de su presentación el mismo de su utilización:
Historia del sujeto
Investigación del estado de producción, distribución y acumulación de la energía
Elección de alternativas para el tratamiento
Expresión social de la relación sujeto – terapeuta
Expresión social del proceso bioenergético
Sería motivo de un escrito detallado la descripción de los pasos anteriores y su aplicación en biodanza, sin embargo, en este momento nuestro objetivo es solamente hacer un reconocimiento a la danza de la vida como la parte artística del movimiento humano que invaluablemente puede usarse como un proceso terapéutico por sí mismo o bien como complemento de otras técnicas utilizadas dentro del acompañamiento que hace el terapeuta en el proceso de su analizando.
Finalmente, consideramos que la biodanza reichiana, se siente, se experimenta, se vive… Hace falta mucho más que leerla o escucharla para saber de qué está compuesta. Los que hemos tenido la fortuna de inundarnos de esa experiencia, podemos afirmar que danzar la vida en vez de sufrirla, ignorarla, truquearla, reprocharla, culparla o maquillarla, es una de las maneras más nobles, sutiles y a la vez tremendamente fuertes de pasar por nuestra existencia conociendo y re-conociendo nuestra esencia y nuestro poder -en el sentido de hacer- en nuestro mundo.
* Este breve trabajo tiene como base tres aportaciones básicos:
1. Es el libro Danzar su vida de Roger Garaudy,
2. El texto "Análisis reichiano de género" de Myrna Torres que aparece en este mismo blog y,
3. La maravillosa experiencia de prácticar las danzas africanas.
** Trabajo presentado en la presentación de libro Sonia. La práctica reichiana en México de Angélica Pacheco, 7 de marzo de 2008, en la Casa Refugio Citlaltepetl A.C.