Salud en manos del Pueblo, 30 años de experiencia terapéutica* Angélica Pacheco Arce

06.09.2012 22:08

 

En memoria de:

Sonia Ma. da Costa Ribeiro

Bernardo Quintero y

Lina Escamilla

 

A principios de 1983 cuando Sonia Ribeiro regresó a México después de un rato de ausencia, ya que su primera visita había sido años antes dando clases en la Universidad Autónoma de Coahuila y la Universidad Autónoma de Nuevo León; nadie se imaginó que establecería todo una estrategia teórico-práctica-metodológica en cuanto a la Salud Social se refiere. No venía experimentado, su ardua labor durante la dictadura militar en Brasil le brindo un tremendo ojo clínico para incidir en una población en situación de emergencia, en este caso, torturados o perseguidos políticos por la dictadura establecida en 1964. Si bien en Brasil no se inicia el Proyecto Salud en manos Pueblo, si se estableció la REICH (Ruta para la Expresión del Individuo en las Contradicciones Históricas) en 1977, esta metodología tiene como objetivo registrar una serie de biopatías (enfermedades) tanto físicas como psicológicas para dar seguimiento al tratamiento de un individuo, y se fundamenta sobre todo bajo los principios médicos de Wilhelm Reich quién estableciera los antecedentes de no deslindar mente y cuerpo ya que ambos son una unidad energética que debe ser comprendida y tratada de manera conjunta y, como Sonia decía, considerando al ser humano no a la enfermedad. Así mismo, su formación en derecho y trabajo social la llevaron a profundizar en las teorías de Wilhelm Reich ya que él, no deslindaba la salud social de las políticas públicas, de este modo Sonia se plantea el objetivo de “asumir un Trabajo Social junto a las clases dominadas y profundizar con ellas una nueva práctica social y una nueva ciencia popular” (Maricarmen Mendoza, texto mecanografiado y presentado en el Homenaje a Sonia Ribeiro el 25 de julio de 2009). En Brasil también tuvo la oportunidad de prepararse en el trabajo corporal surgido de las propuestas reichianas, así que al llegar a México ella ya tenía más de una década trabajando con Bioenergética y Biodanza convergencia reichiana, dos sistemas terapéuticos que apoyan al individuo para el desbloqueo corporal.

En México el trabajo terapéutico se inicia en 1983 con refugiados políticos centroamericanos, de esta experiencia surge la propuesta de los compañeros salvadoreños para ser capacitados con las herramientas mínimas necesarias para un caso de emergencia, las técnicas empleadas en ese momento eran la bioenergética, la electropuntura con el biocyber del Ing. Fernando Ramírez Escalona, la auriculoterapia y la microdosis. La guerra civil por la cual pasaba El Salvador desde 1980 y la forma crítica en la que llegaban refugiados de ese país a México, abrieron sin imaginar la brecha para un profundo trabajo popular, con estas primeras capacitaciones se inicia Salud en manos del Pueblo, aunque todavía no se le nombrara así, la forma en que se difundió fue Terapia de emergencia.

En palabras de Sonia “Cuando las condiciones sociales objetivas exigen prácticas que necesitan respuestas inmediatas, no siempre la teorización ocurre concomitantemente, y a veces ni siquiera es posible acompañar los procesos con un registro riguroso y una documentación adecuada (Sonia Ribeiro, Salud en manos del pueblo, 1989)”. ¿Por qué? Porque el objetivo en la terapia de emergencia es sostener o levantar al individuo, se encuentra en una severa crisis o al borde de la muerte, por tanto la incidencia en su cuerpo debe ser inmediata.

Este trabajo se extiende de 1983 a 1985 sin abandonarse, pero debido al terremoto ocurrido en la Cd. de México se da un giro a la práctica, había que incidir en la población a nivel macro porque estaba en crisis y muchos al borde de la muerte por haber perdido a uno o más seres queridos, así como todo su patrimonio. No había tiempo para teorizar, se debía nuevamente ir a la práctica concreta y los que habían sido preparados durante los años previos pusieron su habilidad y conocimiento en práctica. En 1986 se instalan consultorios en varios lugares de la ciudad: cerca del metro San Antonio Abad y el metro General Anaya, en la colonia Doctores y la colonia Roma, en Tlatelolco y en el Cerro del Judío entre otros. La labor fue ardua y por supuesto rebasada, era tal la demanda, que nuevamente la práctica dio la pauta para la formación de Brigadistas de salud en casos de emergencia, enmarcado en el Proyecto Salud en manos del pueblo.

El trabajo ya había iniciado, la labor ahora era formar de manera rápida y eficiente a brigadistas de salud con las herramientas mínimas pero contundentes para levantar a la población, varias instituciones como la Asociación de Trabajadores Sociales Mexicanos y Sedepac (Servicio, Desarrollo y Paz A. C.) convocaron a población con conocimientos básicos de herbolaria, masaje y terapéutica en general a formarse de una manera organizada en brigada para incidir sobre todo en sus colonias, la convocatoria por supuesto atrajo a muchos y tuvo que extenderse a personas que no tenían ningún conocimiento terapéutico pero que sin embargo, se comprometieron al trabajo grupal; una de las premisas indispensables era la entrega total a la formación, ya que un trabajo de semejante envergadura requería rapidez, precisión y sobre todo mucho tiempo, por lo que, los que decidieran quedarse a la formación, debían disponer de tiempo completo.

Los brigadista debían comprometerse a reproducir el conocimiento, convocando a otras personas de sus colonias, para que juntos incidieran en las necesidades de la población aledaña, en palabras de Sonia Ribeiro (Salud en manos del pueblo 1989) “Estando claro el objetivo de que cada participante organizase su brigada, se aclaró la comprensión de Brigada como un contingente de sujetos que se dispone a enfrentarse con un enemigo determinado y claro; ésta es una concepción político-militar apropiada por los populares para su lucha contra viejos enemigos, como la enfermedad, el hambre y la explotación

 En este proceso se enseñó bioenergética, reflexología, electropuntura, acupuntura, auriculoterapia, magnetoterapia, digitopuntura, masajes, microdosis y técnicas de respiración, además del análisis del material verbal producido por el sujeto a lo largo de la terapia. Este trabajo duro varios años, ya que las demandas de la población afectada no cesaban debido al abandono de un sistema políticas indiferente e insensible a las exigencias por demás válidas de una población que continuaba durmiendo en albergues, que no tenía las condiciones mínimas salubres para vivir con dignidad y que además habían perdido a seres queridos, de los cuales algunos de ellos nunca recuperaron sus cuerpos.

Por si esto fuera poco, en 1986 un terremoto golpea a El Salvador, la crisis del hermano país centroamericano fue mayúscula, ya que ahora no era sólo la guerra civil sino además un tremendo desastre natural. Por supuesto el llamado de ayuda no se hizo esperar y se envió a una brigada de seis personas a dar asistencia y a capacitar a compañeros salvadoreños durante un mes, el presupuesto no daba para más, la labor fue difícil porque los compañeros que asistieron atendieron a damnificados del sismo pero también atendieron a torturados políticos, esto fue una nueva experiencia para los seis brigadistas que sólo tenían referencia verbal por los testimonios de Sonia y de los demás compañeros que habían trabajado con los refugiados salvadoreños y centroamericanos en general.

Bajo esta perspectiva el trabajo de los brigadistas era mayúsculo ya que si bien tenían una formación teórico-práctica-política para incidir en el cuerpo de una persona o un grupo en estado de emergencia, no eran en sí terapeutas corporales, por lo que la formación los limitaba en la parte verbalizada cuando tenían que escuchar algunos testimonios muy crudos o dolorosos de los atendidos en El Salvador y en el terremoto de la ciudad de México.

En palabras de Sonia Ribeiro (1989 Salud en manos del pueblo) “Durante el proceso de aprendizaje en el curso de capacitación, se sintió la necesidad de crear lazos fuertes entre los brigadistas; estos lazos serían la forma de evitar que la realidad se los tragara individualmente, ya fuera con bloqueos en la acción particular o a través de la presentación de cuestiones de salud, difíciles de manejar”. De este trabajo surge la necesidad, el deseo y la responsabilidad de formarse como terapeutas corporales, lo cual implicaba un compromiso máximo ya que la formación sería teórico-práctico-metodológico a largo plazo y con más horas de formación, “experiencias anteriores, vividas por el equipo capacitador… habían demostrado las dificultades que se presentan al ser efectuada la expropiación del conocimiento terapéutico de los viejos institutos, academias o asociaciones que controlan al referido conocimiento” (Sonia Ribeiro 1989).  Por tanto, debía retomarse de las antiguas formas de educación, el formato, y crear una escuela y una asociación que respaldará el trabajo que se estaba desarrollando, así nace la AITC A.C. (Asociación Internacional de Terapeutas Corporales) y la Escuela Popular de Salud y Derechos Humanos, con el fin de compartir y generar conocimientos a través de talleres de autogestión pedagógica para desarrollar habilidades al moverse como brigadistas y/o como terapeutas corporales.

La convocatoria seguía siendo la misma que al principio: a todo aquel con conocimientos mínimos de terapéutica interesado en una formación profunda y más amplia podía formar parte de este trabajo, ya fueran personas con estudios mínimos de primaria hasta el más alto nivel universitario. La convocatoria atrajo a personas de los más diversos niveles intelectuales, desde el pueblo mismo hasta aquellos con diversas carreras universitarias, lo que hizo un rico y fructífero encuentro entre seres humanos.

Todo este trabajo permitió establecer principios sólidos para el Proyecto Salud en manos del pueblo donde los brigadistas de salud que después se formarían como terapeutas corporales tenían que saber moverse en tres niveles de intervención, el TEÓRICO, el PRÁCTICO y el POLÍTICO. ¿Qué implicaba cada uno? En términos concretos se refería a 3 principios fundamentales que serían el eje y la base de la AITC (Asociación Internacional de Terapeutas Corporales), y eran EL SABER en lo referente a lo teórico, EL SABER HACER en lo referente a lo práctico y EL SABER SER en lo referente a lo político.

El saber relativo a lo teórico, se refería a las lecturas sobre Wilhelm Reich y diversos libros sobre técnicas terapéuticas; así como a la investigación y al diagnóstico de los flujos de energía sobre todo en la oreja y en los pies; el saber hacer relativo a lo práctico era aplicar las técnicas: auriculoterapia, reflexología, prescribir microdosis y la regulación bioenergética, entre las ya mencionadas; y el saber ser relativo a lo político consideraba de suma importancia la actitud del brigadista para la defensa de la vida, en donde los compañeros tenían que estar conscientes de que el cuerpo es el receptáculo de las emociones, sentimientos, instintos y raciocinio de cualquier ser humano, así como de las relaciones sociales.

 Además, Sonia hacía hincapié constantemente en el método, es decir, en el qué, cómo y para qué para no tomar como receta la técnica, por lo cual los brigadistas y terapeutas de salud debían relacionarse con los procesos sociales e individuales del sujeto a partir de un análisis en donde se arrojará los primeros indicios de producción, acumulación y distribución de la energía, siempre considerando que en cada situación debía aplicarse la técnica que correspondiera.

La formación de terapeutas corporales que inició en 1987, y que duró más de 3 años de manera intensiva, hizo convivir a las más diversas personas en un ambiente de mutua enseñanza. Se discutían diversos libros de Wilhelm Reich, de Sigmund Freud, de Celestín Freinet y sobre historia de la educación, las personas que tenían técnicas concretas sobre masajes o conocimiento sobre uso herbolario o algún método terapéutico heredado de generaciones lo compartía, se realizaban lecturas corporales entre los compañeros en formación durante las sesiones de bioenergética y de biodanza, así mismo se enseñaban otras técnicas chinas para que los terapeutas las aplicarán entre ellos y al final de todo este proceso, evaluaran su propio proceso terapéutico, sólo de esta manera se podían tener elementos para incidir en la población atendida.

Uno de los eventos más destacados durante la atención y apoyo a la población de la Ciudad de México, fue la creación de un acumulador de orgón en 1987, así llamado e inventado por el médico-psiquíatra alemán Wilhelm Reich, y que Sonia Ribeiro junto con Aurora Franco, Bernardo Quintero, Alicia Mendoza, Ma. Carmen Mendoza, Lina Escamilla y Rosa Martha Quintero construyeron en la Col. Doctores para regular la energía vital de la población y evitar así enfermedades producidas a consecuencia del terremoto. Si bien la población afectada no comprendía este método de salud, no fue obstáculo para que participaran introduciéndose en el acumulador de orgón (acumulador de energía vital) que tenía forma de “cabina telefónica”. No obstante, dicho acumulador fue robado de las instalaciones donde se construyó y por desgracias no se recuperó, lo que llevó a Sonia Ribeiro a plantearse la posibilidad de diseñarlo de una manera móvil y práctica. De aquí en adelante Sonia Ribeiro junto con el Dr. Luis Arruda Filho, amigo y conocido de muchos años atrás en Brasil y quién le enseño a construir el acumulador; se dedicaron a investigar la forma de elaborarlo en una cobija que tuviera los mismos efectos que la “cabina telefónica”; las cartas quizás, llamadas por teléfono a Brasil o los viajes de Sonia a su país, en fin información que no tenemos clara porque Sonia nunca lo preciso; lo que sí sabemos es que se logró diseñar el acumulador de orgón en forma de cobija terapéutica, algunas de las personas que estuvieron en este proceso de investigación fueron nuevamente Aurora Franco, Rita Ordaz e Irene Copca. De este modo, se implantó en la práctica terapéutica el uso de los acumuladores de orgón (energía vital), llegando a introducirlos en hospitales para diversos enfermos.

Se puede observar que a lo largo de años de práctica e investigación se realizaban varias tareas a la vez, ya que si bien los terapeutas y brigadistas no dejaban de trabajar en los consultorios de salud creados a lo largo de la ciudad, su participación en la investigación de nuevas herramientas de trabajo era fundamental, así como la participación política en marchas y mítines, sobre todo apoyando a la población damnificada que cada 19 de septiembre marchaba por las calles de la ciudad para exigir cosas fundamentales para cualquier ser humano: techo, comida, educación y salud”. Así mismo, se inició en 1987 la realización de congresos de salud convocados por la recién conformada (aunque no constituida ante notario) AITC, con el fin de hacer converger toda la experiencia acumulada por los terapeutas y brigadistas que formaban parte del trabajo Salud en manos del pueblo, así mismo, se invitaba a terapeutas de otras organizaciones o de otros país a compartir experiencias y conocimientos. Estas reuniones en forma de congreso dieron pie a un movimiento mayor, en donde no sólo se apoyaba a los damnificados del sismo y a los compañeros centroamericanos refugiados en nuestro país, sino que surge el Movimiento de salud en defensa de la vida con el objetivo de formar una brigada de lucha contra el sida, al cual se unieron varios compañeros así como las madres de muchos de ellos. Los compañeros que lideraban esta campaña junco con Sonia fueron Bernardo Quintero y Víctor Velasco entre otros; una de las cosas que debía quedar clara para todos los que se unieron en este movimiento de salud era que: “debían luchar contra el sida por amor a la vida y no por temor a la muerte”. En palabras de Víctor Velasco (manuscrito en homenaje a Sonia Ribeiro 2009) “la idea se aceptaba, pero no era fácil llevarla a la práctica, en mi experiencia y hasta la fecha en la lucha contra el sida a nivel oficial y de muchas organizaciones, se da más énfasis a las cosas medibles que al trabajo interno y de concientización de las persona afectadas”. De este modo, el trabajo terapéutico se extendió, y reunió a un nutrido grupo de personas que sabían que podían tener una preparación del más alto nivel a un costo realmente simbólico.

En 1988 nace Gineceo un espacio de discusión e intercambio de historias de vida por parte de las compañeras que formaban filas en todo este movimiento, más tarde Sonia nombraría a esta organización Gineceo Socioenergética de la mujer  con la idea de rescatar la memoria oral de un sin número de valiosas mujeres, algunas de ellas sin estudios profesionales que desempeñaban su trabajo como brigadistas y como terapeutas de la manera más comprometida y seria, pero que además varias de ellas tenían un intenso trabajo político previo a su llegada a todo este movimiento, entre ellas estaba Aurora Franco, Alicia Mendoza, Guillermina Retana, Florina Cortés y Rita Ordaz.

En 1990 llega la invitación a Sonia para presentar un trabajo en Ginebra, Suiza, el tema del congreso era: la participación de los trabajadores de salud en la tortura. Aquí, además de toda la preparación terapéutica, política, participación en marchas, mítines y congresos, se inició un nuevo ciclo, incentivar a los compañeros a viajar a congresos internacionales, en este caso ya se había aceptado la invitación a Suiza y todos los que en ese momento se encontraban en formación como terapeutas corporales tenían la obligación de prepararse para dar una conferencia, porque aunque la AITC A.C. aún no decidía quién haría el viaje, en cualquiera podía recaer la responsabilidad. El esfuerzo fue mayúsculo, sobre todo para los compañeros que no tenían una preparación universitaria y sin embargo el compromiso fue total, haciendo el viaje Rosa Martha Quintero y Aurora Franco (Sonia la práctica reichiana en México, 1986). El trabajo que se presentó fue en primer término el proceso de formación de los brigadistas de salud y de los terapeutas corporales, haciendo hincapié en que el proyecto iba más allá de la atención a torturados políticos, es decir que la capacitación permitió incidir también en una población afectada por un destrate natural y por una epidemia que mataba a un sin número de personas, más por el terror que por la enfermedad misma.

Todo este trabajo se extendió al Estado de Morelos, donde el apoyo del Obispo rojo Don Sergio Méndez Arceo fue fundamental, ahí la preparación de las terapeutas corporales fue una odisea, ya que la convocatoria se hizo de manera abierta a toda la población interesada en profundizar sus técnicas, aprender nuevas terapias y a organizar su labor con un método claro, ¿por qué digo esto?, porque la labor de Sonia Ribeiro en este estado, se amplió a personas que no sabía leer, ni escribir pero que sí tenían herramientas sólidas de terapéutica heredadas de varias generaciones. El trabajo fue intenso y dio muchos frutos, varias compañeras con trabajos terapéuticos ya consolidados en Morelos se unieron a este proyecto, entre ellas Rita Ordaz y Soledad Vargas, está última haciendo hasta la fecha una labor social, educativa y terapéutica bien sólida, no sólo en el Estado de Morelos, sino viajando a diferentes estados de la República para formar nuevos trabajadores de la salud. Esta misma labor la desempeña Aurora Franco en la ciudad de México y en diversos estados del país, compartiendo un conocimiento bien aprehendido, en palabras de la misma Aurora y del cual ha formado a viarios brigadistas.

Una nueva etapa se da a partir de los años noventa en donde la participación de psicólogos se hace presente. Un congreso organizado en 1994 por estudiantes del entonces ENEP Iztacala invita a la AITC A.C. a dar una conferencia sobre terapia reichiana; la participación de esta organización permitió promover un diplomado diseñado para psicólogos, denominado Logoanálisis corporal convergencia reichiana, la demanda fue exitosa ya que alrededor de 40 personas se inscribieron a dicho diplomado debido al interés por enriquecer su formación psicológica con herramientas sólidas de terapia corporal, particularmente desde la propuesta teórico-práctica de Wilhelm Reich. La primera generación del diplomado fue de 1995 a 1996, de donde surgen varios compañeros que después se unirían a formar parte del equipo de la AITC A.C. al impartir cursos y talleres dentro del diplomado junto con Sonia Ribeiro, algunos de esos psicoterapeutas son: Myrna Torres, Marco Vieyra, Patricia Ramírez, Nicasio García y David Alfaro; pero su formación no terminó con el diplomado de Logoanálisis, más bien empezaba ya que en palabras de David Alfaro su formación se extendió a otros diplomados más: Análisis reichiano de género, biodanza convergencia reichiana y el diplomado de análisis didáctico, además del apoyo que ellos como primera generación brindaron a las generaciones siguientes de Logoanálisis corporal.

Para 1998, llega una invitación para participar en el XX Congreso de la Asociación Psiquiátrica de América Latina con sede en La Habana, Cuba; Myrna Torres presenta ahí el trabajo Análisis reichiano de género (Myrna Torres, Sonia. La práctica reichiana en México), en donde se hace mención a las dos principales fuentes que lo conforman: 1. El conocimiento de las teorías de Wilhelm Reich y 2. La importancia de reflexionar acerca de la diferenciación del género como coraza; además se describen los cinco pasos metodológicos que abarcan este proceso terapéutico y que son: 1. historia del sujeto, 2. investigación del estado de producción, acumulación y distribución de la energía, 3. elección de alternativas clínicas para el tratamiento, 4. expresión social de la relación sujeto-terapeuta y 5. expresión social del proceso bioenergético, lo cual da al tratamiento una base sólida y a la vez flexible para que el sujeto se encamine hacia la búsqueda de la salud para la construcción de la vida.

En este mismo año se funda la Universidad Vox Populi de México, a través de la cual se imparten los diplomados, talleres, cursos y maestrías que formarían a diversas generaciones de terapeutas corporales, nuevamente la convocatoria es abierta aceptando a personas de diversas áreas de investigación a saber: había compañeros que provenían de la filosofía, otros eran ingenieros agrónomos, otros más economistas y antropólogos, todos comprometiéndose al mismo proceso de formación que el de los psicólogos. Durante más de una década, varias generaciones de terapeutas corporales fueron formadas, a través de la Universidad Vox Pópuli tanto en la Cd. de México como en Cuernavaca, Morelos. Estas generaciones tuvieron oportunidad de participar en la más reciente propuesta terapéutica de Sonia Ribeiro: la Ecoterapia.

La Ecoterapia en palabras de Sonia “va más allá de la búsqueda de la neurosis, va al origen de la vida, en donde nos buscamos biológicamente, emocionalmente y bioenergéticamente e intentamos reconocer esta búsqueda en la expresión social, ya que no es una búsqueda metafísica, ni mágica es histórica y es real. Ecoterapia es la denominación general a un conjunto de prácticas terapéuticas, que en su convergencia, desarrollan una lógica propia, objetivando un descanso, una relajación de tensiones crónicamente ancladas en nuestro cuerpo, es el descanso en la larga caminata hacia la salud. Es saber, como dijo el Dr. Edward Bach, que toda noche oscura, llena de miedos y aprehensiones, tiene su amanecer. Oír el canto del gallo y saber que siempre habrá un gallo, saludando la aurora. El "chanteclair" está puesto en la naturaleza. Hay que tener oídos para escuchar”.

En 2009 la compañera Sonia Ma. da Costa Ribeiro, mejor conocida como Sonia Ribeiro por todos sus alumnos, colegas, compañeros y amigos, fallece en la Cd. de Cuernavaca, Morelos, su vecina y su cacera avisarán a las personas más cercanas a ella, pero con sólo este llamado logro nuevamente convocar a un sin número de personas que si bien no se conocían personalmente, si se conocían por referencia a estos 30 años de trabajo terapéutico. Muchos compañeros de muchas generaciones acudimos a despedir a Sonia Ribeiro cantando La Internacional, canciones de José de Molina, de Agustín Lara y Chico Buarque y frente a su féretro nos despedimos de una revolucionaria en todos los sentidos.

En estos años de ausencia física, que no intelectual de Sonia, somos muchos compañeros formados en las filas de Salud en manos del pueblo, los que continuamos haciendo trabajo social a nivel popular, desmitificando el papel secundario de la terapéutica ancestral heredada por generaciones y al mismo tiempo haciendo convergencia con las nuevas propuestas terapéuticas. Uno de los consultorios que hasta la fecha prevalece de la época del desastre en la Cd. de México, es el del Cerro del judío, donde a partir de julio del año pasado (2011) iniciamos “Las jornadas terapéuticas por la Aurora” de manera mensual como apoyo a todo aquel que merecen una terapia de calidad a un costo muy accesible, así mismo varios consultorios a lo largo de la ciudad, nos permiten movernos y ofrecer nuestros servicios como terapeutas corporales a quién lo necesite.

Para finalizar y resumir la base que dio y da sustento a este trabajo citaré nuevamente a Sonia Ribeiro (Salud en manos del pueblo, 1989): De un lado es ubicado el trabajo manual y la producción del conocimiento al que llaman mágico; de otro, es ubicado el trabajo que se presume específicamente intelectual, científico y neutral, cuya universalidad termina reducida a una disciplina o partes de ella. Por detrás de ambos lados, se halla la división de clases y su lucha histórica.

Entre tanto, el avance de las luchas populares ya permite plantearse nuevas fuentes e instancias de apropiación del conocimiento y capacitación, ya sea en alguna organización política, ya en un campo de guerra, en una calle destrozada por un terremoto, donde los sobrevivientes buscan formas inmediatas de reorganización.

El trabajo cotidiano del pueblo que lucha en cualquier forma por su liberación, lejos de los tradicionales centros de capacitación, empieza a aclarar más y más, cómo y cuáles son los procedimientos terapéuticos populares y las áreas de conocimiento, que más tienen que aportarles; no sólo como conocimientos aislados, pero sí en una relación interdisciplinaria, la que posibilita al entendimiento del hombre y, de la salud, como expresión de la calidad de vida.

 

Ponencia presentada en el II Encuentro de Terapias y Ritualidades en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) en la Cd. de México, 20 de febrero de 2012.