Sonia. Las raíces* Dávius Sampaio**

25.08.2012 06:41

 

Sonia María da Costa Ribeiro o sencillamente Sonia Ribeiro como era conocida por todos, fue la única de cinco hermanos sin tener hijos. Posiblemente fue también por eso que ella se hubiera convertido un poco en madre de tanta gente – hermanos, sobrinos, amigos y hasta desconocidos, por causa de su formación profesional y humanista.

Por estos días, una asistente social brasileña bastante conocida, a ex alcalde de Sao Paulo, Luiza Erundina, hoy diputada federal, recordó que fue Sonia quien le dio guarida y protección durante la dictadura militar que se instauró en Brasil a partir de 1964. Y así ha sido: en estos últimos meses, cada vez que se habla de Sonia, los recuerdos remiten a la figura de una madre incondicional, pasional, protectora, luchadora, compañera.

Sonia nació de una familia típica y simple del noreste brasileño, una de las regiones más pobres del país. Fragilizada por una enfermedad respiratoria crónica y por la escasez de recursos, tuvo que aprender temprano a luchar por la vida. Hija de María José Melo Ribeiro y Pedro da Costa Ribeiro, recibió de los padres una formación severa, austera, pero infalible respecto a una lógica del noreste: sobrevivir.

Ya existía en la época un intenso movimiento migratorio en dirección a los grandes centros urbanos de Brasil, especialmente Sao Paulo, donde Sonia desembarcaría con toda la familia en los años 50’s (¿?). De la misma región rumbo a Sao Paulo partieron también otros futuros líderes políticos, como ejemplo están la propia Luiza Erundina e incluso el presidente Lula, actual jefe de estado brasileño. Nordestinos que cambiarían el modo pensar y hacer política en el país. A todos ellos, desembarcar en la gran ciudad significaba, antes de todo, conseguir trabajo y agarrarse a este con uñas y dientes, para no tener que tomar el camión de vuelta. Esa prueba de fuego desafía hasta hoy a los migrantes del noreste. Gran parte de ellos apenas consiguen recursos para comprar los pasajes que les lleve de vuelta a casa.

El padre y la madre de Sonia tuvieron un papel fundamental en ese proceso. Vivieron para que los hijos pudieran arriesgar y convertir en realidad sus sueños, a costa del esfuerzo de cada uno. Su padre, profundamente admirado por Sonia, recibiría la invitación de la ONU para representar a Brasil en Caracas, Venezuela, a causa de los trabajos que realizaba como trabajador sanitario. Allá trabajó durante la década de los 60’s, mientras Brasil se preparaba para zambullirse en uno de los periodos más amargos de su historia reciente, el golpe de estado del 64.

Sonia se convirtió en abogada en Derecho. Formarse en Derecho significaba no sólo una señal clara de que había venido a Sao Paulo dispuesta a vencer conforme las reglas del juego; significaba también comprender la lógica del derecho privado, con la cual tendría que aprender a convivir y contra la cual muchas veces tendría que luchar. En seguida ella concluye la facultad de Servicio Social, en compañía de la hermana Elma. Ambas, entonces colegas de profesión, compartían una misma visión del mundo, sin opresores y oprimidos.

Sonia se casa con el compañero Pedro Malheiros, también asistente social, teórico de izquierda respetado en todo el País. Juntos conocen el mundo, establecen una gran red de contactos, producen, cuestionan, enseñan, batallan. El casamiento terminaría unos años después. El compañerismo y la complicidad entre ambos serán para siempre.

La madurez intelectual de Sonia llamaba la atención de la comunidad, de las asociaciones, de la academia y de parte de la prensa – un nombre visible, por lo tanto, a los controles de la junta militar que comandaba el país desde el 64.

En el 68 bajo alegatos de "amenazas comunistas" apremiantes, el gobierno estrecha el cerco e instituye el AI-5 Acto Institucional N° 5 . Por medio de este, el Congreso Nacional es disuelto; los partidos políticos son colocados en la clandestinidad; sindicatos y prensa con callados por la fuerza. Y claro, los "enemigos" del régimen que ya corrían riesgos, pierden de una vez toda base institucional que les pudiera defender. Todos los que se pusieron o pudiesen luchar contra el gobierno militar pasarían a ser perseguidos, presos, desterrados, cuando no torturados o muertos. Sonia y los demás pasan a cambiar constantemente de domicilio, con el temor de caer presos.

Inicio de la década de los 70: años de plomo, de secuestros, de miedo. El régimen oficial endurece. El nivel de tolerancia a la libertad de pensamiento se va a cero. Sonia, la hermana Elma y los compañeros Pedro Malheiros y Luiza Erundina imparten clases entonces en la Facultad Paulista de Servicio Social, considerada todavía hoy una importante escuela. Y los cuatro comienzan a ser hostilizados por lo que defendían dentro y fuera del medio académico. A los que tenían hijos, los avisos eran más contundentes: "los primeros en desaparecer serán sus hijos", decían. Todos renunciaron a la facultad, bajo protestas organizadas por los alumnos, que los querían de vuelta. Y Sonia, finalmente, como tantos otros compañeros que luchaban por la redemocratización del país, acabó dejando Brasil. Y lo dejó no porque no soportase la idea de ser presa, sino porque sabía que no soportaría la tortura – desde la infancia, la salud nunca fue su fuerte.

Y fue así que ella adoptó a México como su segunda nación (¡sospechamos, que en verdad, fuese la primera!), donde viviría por los próximos 30 años. Trató de colocar en práctica su conocimiento terapéutico, fundado sobretodo en la obra y en las técnicas de Wilhelm Reich, que ella ya difundía en Brasil. Desde mucho antes, todo su trabajo social en Brasil giró en torno a la humanización de las políticas públicas de salud. Hasta hoy, estudios académicos preocupados con esa cuestión se sirven de proyectos e investigaciones elaborados por Sonia hace más de 40 años. Son muchas las investigaciones en el área de salud en nuestro país testificando que la verdadera medicina es aquella que considera el hombre, no la enfermedad. Cursos y programas hospitalarios en este sentido son cada vez más frecuentes. Sonia está de moda.

Años 80. Brasil está en efervescencia por la reapertura política, por elecciones libres, por el surgimiento de una fuerza que consiguiera traducir las insatisfacciones y esperanzas en todo el territorio nacional. Sonia retorna a Brasil, en sucesivas visitas, para ayudar a fundar el Partido de Trabajadores, el PT. Un joven metalúrgico y sindicalista, Lula, migrante nordestino, parece encarnar como ninguno la energía que el país necesitaba para superar el régimen militar y las injusticias sociales. Sonia regresaa a Brasil y al lado de centenas de compañeros se articula para levantar fondos para la consolidación del proyecto.

Se organizan feijoadas, comida típica local, para recolectar recursos por medio de la venta de invitaciones. Lula es, finalmente, candidato por primera vez, a gobernador de Sao Paulo, en 1982. Elma muere días antes de la elección, de leucemia. Lula pierde la contienda. La semilla, no obstante, había sido plantada: Luiza Erundina sería la primera mujer en ser electa alcalde de Sao Paulo, derrotando fuerzas políticas centenarias en la principal ciudad brasileña. Y Lula sería más tarde el presidente de Brasil, bajo el apoyo de toda aquella militancia que lo abrazara en la fundación del PT, además de la aclamación sólida del noreste brasileño.

Pero Sonia no regresaría a involucrarse en disputas políticas. Regresaría a Brasil todavía en varias ocasiones, pero sólo para visitar la familia y divulgar, eventualmente, algunos de sus proyectos. En esos años, se aproxima mucho a la hermana mayor, Risete, psicóloga y psicoanalista, y juntas desarrollan varios proyectos profesionales y montan una clínica de psicoterapia, administrada por Risete siempre que Sonia regresaba a México.

Precipitadamente, en 1999 (¿), muere su hermano menor: Marcos Antonio da Costa Ribeiro: empresario. Una de las principales referencias emocionales de Sonia, en cuya casa se hospedó muchas veces estando de visita en el país. Pocos meses, después, sufre otro revés, esta vez decisivo: muere Risete, otra intensa referencia afectiva de Sonia. Desde entonces, ella demostró tener cada vez menos motivos para regresar a Brasil. En las últimas visitas que hizo a la familia, se hospedó en la casa de Suely, hija de Risete, la sobrina mayor. Al partir, en este mes de marzo, dejó su último hermano vivo, el primogénito Pedro da Costa Ribeiro Junior, además de nueve sobrinos, sus maridos y esposas, y los hijos de estos.

Las asociaciones vinculadas al Servicio Social en Brasil nos pidieron que mandáramos un abrazo afectuoso a todos los presentes. De los mensajes que recibimos, nos tomamos la libertar de traer uno de ellos a ustedes, pues nos pareció representativo, firmada por una vieja amiga (de Sonia):

 

"Mensaje a los colegas, exalumnos, amigos y compañeros de Sonia Ribeiro, en México:

La noticia de la partida de la compañera Sonia Ribeiro me impactó y me causó profunda tristeza e inmensa sensación de pérdida.

Yo la conocí al inicio de la década de los 70’s cuando llegué a Sao Paulo procedente del noreste de Brasil, huyendo de la dictadura militar. Ella me acogió, abrió puertas y me ayudó a superar las enormes dificultades que todo migrante enfrenta, todavía más los que migran por razones políticas.

Nació entre nosotros una gran amistad e identidad ideológica que nos unió en la militancia política como profesionales y como ciudadanas brasileñas que resistíamos la dictadura militar y luchábamos por la redemocratización de nuestro país.

En un momento dado de nuestras vidas, Dios y la historia nos conducirían por caminos que nos distanciaron físicamente, más sin jamás aminorar los lazos afectivos que nos ligaron aquí en la tierra y que, creo, sobrevivirán en la eternidad, pues son sustentados por sueños y utopías que no mueren nunca.

En esta oportunidad, deseo saludar a las compañeras y compañeros mexicanos y agradecerles, de corazón, la acogida y el cariño que proporcionaron a nuestra querida y añorada coterránea Sonia Ribeiro.

Ustedes que tuvieron la oportunidad de convivir con ella a lo largo de los últimos treinta años tienen ciertamente conciencia del tamaño de la pérdida y de cuánto nos hará falta, a brasileños y mexicanos, que la amamos mucho.

Que ella vaya en paz y aquí procuraremos honrar su memoria y preservar el rico legado que ella nos deja.

Afectuosamente,

Luiza Erundina de Sousa

Diputada Federal

 

Nosotros, finalmente, los familiares brasileños, acabamos volviéndonos medio-mexicanos. También, tantas fueron las historias que oímos durante las visitas de Sonia a Brasil en esas últimas tres décadas. Toda a familia guarda incontables presentes artesanales producidos por mexicanos y llevados por Sonia a Brasil de tiempo en tiempo. Objetos, imágenes, poemas, canciones, además de la visita de algunos amigos – Como Lina Escamilla Gallardo – son recuerdos que en nuestra memoria unen Sonia a México por siempre. Nuestro orgullo por ese lazo de amistad es inagotable. Por que sabemos que son inagotables también los sueños compartidos entre Sonia y los amigos aquí presentes.

Toda nuestra familia agradece profundamente a todos aquellos que convivieron con Sonia a lo largo de estos 30 años.

En especial, a tres amigos mexicanos, Mario Cervantes, Angélica Pacheco y María Elena Pérez, nuestro agradecimiento profundo, en nombre de todos en Brasil y también en nombre de Sonia, si ella nos permite hacerlo.

A Angélica Pacheco Arce, a quien ya llamamos prima en nuestro país, no sabemos cómo agradecer por la autoría de la obra "Sonia – La Práctica Reichiana en México". Imaginamos que no fue por casualidad que el libro nos llegara a las manos pocos meses antes de la partida de Sonia.

 

* Ponencia presentada en el Homenaje a Sonia Ribeiro en el Auditorio del Museo Casa de Leon Trotzky, 25 de julio de 2009

** Traducción del portugués al español por Mario E. Cervantes